martes, 6 de septiembre de 2011

ESCENARIO

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Gabriel Arellano López
El país de Calderón
¿Por qué será que las versiones oficiales, como el quinto informe del presidente Felipe Calderón, acerca de nuestra realidad cotidiana, se perciben tan lejanas al sentir de la gente?
Siempre, o casi siempre, el discurso del gobernante va divorciado de lo que la sociedad piensa y el ciudadano de a pie vive.
Por ejemplo, si nos atenemos a lo descrito este viernes 2 por Calderón respecto al país que tenemos, deberíamos asumir que los mexicanos nos solazamos en un paraíso.
Habla el Presidente de un seguro popular con el que la gente se cura cuasi mágicamente, que brinda excelente, suficiente y oportuna atención médica, donde la dotación de medicamentos es puntual, etcétera, etcétera. ¿Usted le cree?
Dice el mandatario que si en 1986 la deuda externa del país equivalía al 60% del Producto Interno Bruto, hoy sólo es del 9% del PIB; que tenemos 137 mil millones de dólares en reservas, suficientes para pagar más de 2 veces la deuda del gobierno federal. ¿Será por esto que el gas, la gasolina y muchísimas cosas más suben y suben de precio constantemente y los salarios alcanzan para mucho menos hoy que antes?
Calderón sostiene que México es el país con mayores facilidades para la inversión en América Latina y que su gobierno ha otorgado más de 300 mil créditos a pequeñas y medianas empresas precisamente porque las facilidades de crédito son 6 veces mejores que con su antecesor Vicente Fox. ¿Por qué, entonces, habrá tantos cierres y quiebres de negocios y tanta gente sin dinero, desempleada y sin expectativas alentadoras para sobrevivir honradamente?
Empotrado en su triunfalismo, Calderón dijo que mantendrá la guerra contra la delincuencia. Es una guerra que contabiliza ya entre 40 y 50 mil asesinados, más quién sabe cuántos “daños colaterales”, pero que no son suficientes cadáveres para detener su ímpetu, por más que a diario se escuchan voces de víctimas y de gente autorizada que le dicen al señor Presidente que su estrategia es equivocada y que debe rectificarla.
En su columna Bucareli del pasado 29 de agosto, en El Universal, Jacobo Zabludovsky describió magistralmente la verdadera situación de México. Intituló su trabajo “¿Informe? ¡Disculpas!”. Y en la parte inicial describe con certeza lapidaria lo que ocurre en México.
“El jueves pasado marca la debacle de toda la estrategia de lucha contra la delincuencia. En el mismo día un periodista de Sinaloa es ejecutado de un tiro en la nuca y 52 personas mueren en Monterrey por un ataque de la más desafiante crueldad a un garito corrupto. Se combate en todos los frentes. Como si se hubiera planeado, la violencia crónica asciende a violencia crítica precisamente ocho días antes del informe. Basta de triunfalismos ridículos ante la pavorosa realidad que ha puesto a México, desde hace cinco años, en el camino de una agonía terminal. Es hora de pedir disculpas y asumir responsabilidades. Basta de reuniones inútiles y atoles con el dedo. Si la Constitución obliga a presentar un informe sobre ‘el estado general que guarda la administración pública’, habrá que pedir disculpas no sólo por declarar una guerra sin saber las características del enemigo, sino por fallar en todas las ramas de la mentada administración”.
Un escrito contrastante con el discurso presidencial, apabullante, como la realidad que vivimos.
NUMERALIA
1.- La tragedia que manos criminales provocaron en el casino Royale de Monterrey, el jueves 25, “perdió” otro hecho notable: el asesinato del periodista Humberto Millán Salazar, director del diario digital A Discusión y conductor de uno de los espacios de noticias de Radio Fórmula, en Sinaloa. Exactamente una semana después, el jueves 1, fueron encontrados los cuerpos sin vida de otras dos periodistas: Ana María Marcela Yarce Viveros y Rocío González Trápaga. Con estos crímenes, asciende a 84 el número de periodistas victimados desde 2000 y a 8 en este 2011. La constante en estos casos es la impunidad, atribuible a las autoridades que incumplen su deber legal de esclarecer los hechos y que, por desgracia, anima a consumar atentados criminales.
2.- Los atentados que se registraron la madrugada de este viernes 2 en Xalapa contra taxis y taxistas no deben minimizarse. Al contrario, las autoridades tienen que investigar a fondo. Se habla de actos de pandillerismo o de disputas por concesiones. Quién sabe. Parece difícil creer que pandilleros se hayan coordinado de tal forma para incendiar 7 vehículos al mismo tiempo en distintos rumbos de la ciudad y, de paso, calcinar a dos choferes. Y de las disputas por concesiones no se conoce hasta hoy que entre taxistas prevalezca semejante salvajismo.